jueves, 2 de junio de 2011

S4. Motivación y compromiso

El enfoque educativo constructivista induce al alumno como principal gestor de su propio aprendizaje, delegando en el docente una función facilitadora y encaminadora de conocimiento. Dada la importancia que tiene el alumno como protagonista de su propio proceso generador de competencias, es natural cuestionarnos ¿cómo motivarlo para que asuma dicha responsabilidad?. Aunque parezca poco trascendental para algunos educadores, la motivación es la clave para lograr metas de comprensión que perduren en el tiempo pues, al fin y al cabo, el alumno va a aprender solo si desea hacerlo.

Para comprender cómo interactúa la motivación en el proceso de aprendizaje, desde mi óptica es imprescindible tomar en cuenta las necesidades del alumno y para ello, debemos de basarnos en la teoría de jerarquía de necesidades de Maslow.

En la mayoría de los casos, los alumnos universitarios deben haber cubierto las 2 primeras etapas de la pirámide. Es poco probable que una persona que sienta en peligro o insatisfechas sus necesidades fisiológicas o de seguridad, esté incursionando en estudios de grado. No obstante, se podría dar el caso de que algunos sientan la necesidad de cursar estudios superiores para, precisamente, salir de una situación precaria y cubrir sus necesidades más básicas. En todo caso, en este artículo me referiré a estudiantes que, habiendo cubierto la base de la pirámide, requieran de satisfacer necesidades superiores.

Respecto a los alumnos que tengan necesidad de afiliación, considero pueden mantenerse motivados ofreciendo espacios educativos con alto contenido social. Para ello, se pueden preparar espacios sociales en plataformas virtuales o fomentar la interacción en el aula, así como el trabajo colaborativo, que genere relación con los pares y un alto grado de interacción. Naturalmente, dichas actividades educativas por si solas no cubrirán necesidades sociales, pero si facilitarán la relación del alumno con sus homólogos, pudiéndose crear lazos sociales que mantendrán motivado al alumno con el tipo de curso en el que participa activamente.

La necesidad de reconocimiento es más generalizada de lo que se piensa. Si bien es cierto, alumnos con baja autoestima podrían necesitar con mayor ahínco de actividades que le ofrezcan reconocimiento por sus logros, también es cierto que en mayor o menor grado, la mayoría de personas en esta etapa esperan ver reconocidos sus aciertos y experiencias producto de algún esfuerzo. Las actividades educativas que favorecen la consecución de este segmento de necesidades, se presentan por lo general relacionadas al trabajo en equipo (colaborativo, cooperativo o similares) o actividades de liderazgo. A diferencia de las actividades propias del factor social mencionado anteriormente, el docente tiene en este caso un papel activo al señalar públicamente los aciertos y reconocimientos de sus alumnos, los cuales se mantendrán motivados al sentir que el curso los ayuda a cubrir necesidades que sentían insatisfechas.

La autorealización es la necesidad máxima, según el modelo de Maslow. La motivación del alumno que siente que todas sus otras necesidades ya fueron cubiertas, se basa en el curso en si. En la medida en la que sienta que el curso le permite alcanzar metas u objetivos propuestos con base en su estrategia de vida, sentirá que el mismo le da valor a su formación y, por ello, mostrará motivación por el curso, premiándolo con el sentido más alto de responsabilidad que una persona puede lograr: el compromiso.

Pese a lo que podría considerarse, la responsabilidad del docente universitario no es motivar a sus alumnos con cursos dinámicos o tácticas estrafalarias que puedan desvirtuar el contenido programático del mismo. Por el contrario, su mayor responsabilidad es identificar patrones de comportamiento que le indiquen las necesidades que sus alumnos anhelan cubrir durante su formación en el aula, generar actividades educativas encaminadas a solventar dichas necesidades y obtener motivación y compromiso como consecuencia de ello. Es curioso, pero para lograrlo no es necesario ser un especialista en psicología, pues basta con humanizar nuestra enseñanza y dejar que la razón  y la cordura primen por encima de intereses personales. Recordemos que somos docentes para ayudar con las necesidades de nuestros alumnos, no para rellenar espacios vacíos en nuestras propias necesidades.